domingo, 12 de julio de 2009

Sobre la violencia en las escuelas (2º parte)

Una de las formas posible es pensar los conflictos como posibilidades de “aprendizaje social”.
Las bases serían la comunicación y el diálogo, donde se ponen en juego las habilidades sociales, se tiene en cuenta la historia y las condiciones de vida de los sujetos involucrados. Se trata al alumno con respeto y no con pena. Se trabaja con la reparación del daño y se apela a la responsabilidad del alumno, la institución y a los padres.
Aprender a convivir implica el desarrollo de habilidades que exceden y abarcan la resolución de conflictos.
Las habilidades sociales son capacidades complejas que permiten desenvolverse eficazmente en lo social. Constituyen un conjunto de actitudes, creencias, valores, sentimientos y comportamientos destinados a lograr acercamiento, cooperación comunicación y vinculación a los demás. El desarrollo de estas habilidades se produce cuando se estructuran espacios y se ofrecen instancias para abordar la vida social, y también resolver conflictos.
Me pregunto ¿que espacios e instancias que cumplan con estas características le ofrecemos a los niños hoy en día? ¿Qué valores le estamos transmitiendo?
El desarrollo de habilidades o competencias sociales debe apuntar a promover:
El apego: la capacidad para conectarse afectivamente con las personas, la vinculación interpersonal es una necesidad y un valor incuestionable para cualquier ser humano.
La expresividad: ser capaz de expresar emociones, sentimientos y necesidades. Las emociones deben tener un espacio en la escuela para poder desarrollar la capacidad para expresarlas en forma prosocial. Expresar no es lo mismo que “actuar”. Es preciso contar con un lenguaje para las emociones.
El autocontrol: poder dominar los impulsos. Es una de las capacidades que requiere mayor dedicación.
La comprensión de situaciones y contextos. Le permite al sujeto adaptar su comportamiento social a las diversas circunstancias y personas. Implica conocimiento y el desarrollo de lo intrapersonal (las propias emociones, necesidades y sentimientos) y lo interpersonal (las relaciones sociales, los contextos, las acciones.)
“Lo que más reclaman y necesitan, niños y adolescentes por igual, es ser escuchados...”.
Rescato esta frase porque a mi parecer marca una necesidad fundamental que no se está teniendo en cuenta al momento de pensar y atender a los diferentes episodios de violencia que se manifiestan tanto en la escuela, en la calle o en el propio hogar. La falta de comunicación promueve que no se pueda entender que se está manifestando a través de esta forma de expresión que no es la más adecuada, algo se quiere decir, pero no está puesto en palabras. Reclama ser nombrado, decodificado de alguna forma.
Debemos reflexionar y pensar que la única forma de tratamiento de la violencia es la implicación de todos los actores: alumnos, padres, directivos, docentes como partícipes de un mismo proceso que le permitirá a ese niño el desarrollo de las conductas necesarias para poder integrarse en forma adecuada a la sociedad y que conlleve para él el menor sufrimiento posible. Psicóloga Valeria Pelusso



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