domingo, 19 de febrero de 2012

LA PAVA EN EL FUEGO


En muchas instituciones del país se vienen dando abusos del poder o de los mismos empleados que ni se molestan en disimularlos.   Las reglamentaciones, las licencias, las obligaciones, sólo se aplican a los demás. Nunca se dan por aludidos.
Así, exigen de los otros lo que ellos no dan y el malestar va en aumento. Mucha gente no reacciona para no amargarse o no tener problemas, pero…¿Hasta cuándo hay que conformarse? ¿Por qué hay que conformarse? 
Hay personas mayores, con años de antigüedad, que les da hasta vergüenza faltar a su trabajo por una enfermedad. Si están engripadas toman un antitérmico que le cubra las horas de trabajo y van.
Otras faltan haciendo uso de sus derechos, y está bien. El problema es el abuso que mancha a todos, no solamente a estos empleados.
La ética profesional, la alegría por tener un trabajo seguro no están presentes en estas personas. No tratan de mejorar el lugar en dónde están. No se sienten comprometidos.
En los paros parciales de colectivos ni siquiera se asoman a la esquina para ver si pasa el de ellos. No les importa quién se recarga con el trabajo de ellos. NO LES IMPORTA.
Cada puesto en una empresa es necesario, sino no tendría que estar.
En una familia, si las tareas del hogar recaen en una sola persona y si todo se le delega a ésta porque es capaz, responsable y NO PROTESTA, llega un punto en que explota, se enferma tratando de hacer lo que los otros no hacen para que no se note la ausencia de los que tendrían que estar. ¿Y por qué hacen esto, aún a riesgo de su salud? Porque no puede ver  tanta apatía, tanta indiferencia, tanta falta de responsabilidad. Porque cree que las cosas tienen que ser distintas.
Lo peor es que el resto de la población va a criticar a esa persona que se cansó de hacer y no a la que NUNCA HIZO.

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